viernes, 7 de octubre de 2016

COMO LA VIDA MISMA. Capítulo 72. Preludio de un viaje


PRELUDIO.











Chicos, cuando aquella mañana me desperté y encendí el ordenador-aún con legañas en los ojos y ese sabor seco y pastoso en la boca-me llevé uno de los palos más duros de mi vida. Y es que, después de todo, no iba a ser psicólogo. Uno de verdad quiero decir.
Estaba mi nota ahí puesta, junto a las carreras que podía acceder. No saqué mala nota, ni mucho menos, pero en aquel año psicología dejó de pertenecer a mi rama, por lo cual me era muy difícil acceder a ella. No obstante, todas las demás asignaturas que elegí en puestos secundarios estaban disponibles. Así empezó lo que sería mi gran, gran odisea por ver dónde cojones acababa.
Y no, no iba a ser en la Asesoría de mi padre.
Pero antes de eso...



-No voy a ser psicólogo, Irene. Joder. Después de ligar diciendo que soy uno de ellos, después de hacerme el chulo delante de mis amigos diciendo que tenían trastornos que no existen, después de tratar a un paciente con un desorden depresivo diciendo que era psicólogo.
-¿Qué?
-Nada, nada.


El tío ahora está muerto.

Hasta que tuve el bar, Irene, mi psicóloga, venía a mi casa. Pero el ambiente del lugar empezó a ser irritante. Entre los ladridos de un perro que aparenta ser un pastor alemán, pero parece de la marca Hacendado, una hermana que estaba en la preadolescencia y escuchaba Auryn, y una asistenta rumana que creía que la magia gitana era mejor resultado que cualquier terapia cogntiva... Pues era un lío. Por eso ahí estaba con Irene en un bar mugriento, con poca luz, y con un nombre por fin; RocknRolla. Así se llamaba antes Rock Studio. Luego me denunciaron, pero ya os lo contaré.

-Y por eso me encantaba hacer el dinosaurio cuando era pequeño-dije a Irene-Incluso, a veces, cuando no me ve nadie, levanto los brazos, achino los ojos y hago: "Grrrrmmmmm Ahhuu Ahhuuu ggmmmmrr shh sh" ¿Qué cree que puede ser eso, doctora?
-¿A qué viene eso? ¿Qué tiene que ver con lo que me has contado antes?
-Creía que tenía que ver.
-No. Para nada.
-Ah, ¿entonces solo soy tonto?
-Vamos haciendo progresos.







-Bueno, empecemos la sesión de hoy-Irene era una chica encantadora, atenta y sonriente. Una de esas personas que podemos decir que nació para ejercer lo suyo. Tenía algo, un don o simplemente estudios, pero tenía algo que hacía que las terapias o "charlas de bar sin barra" como ella decía, fuesen realmente increíbles. No se dejaba llevar por lo escrito, imponía sus métodos, y de una manera productiva y con buena praxis. Aquella vez la vi especialmente radiante, una psicóloga, una de verdad-¿Cómo te sientes tras esa noticia?-volvió a decir. Típica pregunta que suelen decir todos.
-¿Cómo quieres que me sienta?
-Expresa como puedas-dijo.
-Vale. Grrgggggg ggrggg ñiiiiiiñiii AHUUUM AHUUM AHUMMM Ggmm.
-¿QUIERES DEJAR DE HACER EL PUTO VELOCIRRAPTOR?
-Sí, mejor. Ha sido como si un boxeador me golpease en la nuca, un directo, ahí. Con toda la fuerza. No me lo esperaba, creía que lo tenía, creía que lo iba a ser. Y pum, puñetazo, jarro de agua helada en la coronilla, como quieras llamarlo. No se me ocurren más metáforas.
-¿No has conseguido la nota?
-No, Irene. Al presentarme por ciencias sociales ninguna asignatura me vale. Tengo una nota buenísima, pero no me sirve de nada, de nada.

Como la crema reductora de grasa abdominal.

-Tendrás otra idea en mente, ¿no?
-Puedo entrar en criminología, pedagogía, sociología. Puedo entrar en lo que me dé la gana de esa rama, y no es lo que quiero.

Ella guardó silencio.
-Puedes entrar en magisterio, es una carrera estupenda.
-Tienes razón.

Y nos descojonamos a más no poder.


-Hay varias universidades-volvió a decir-Pero son caras, no te voy a mentir. Lo que no sé muy bien es si te podrán coger a estas alturas.
-¿Cuál conoces?
-Conozco varias. Una está en Alcalá, otra es la de Comillas. Y hay otra que no me acuerdo del nombre, pero es adscrita a la Complutense. Está cerca de Avenida de América. Te puedo encontrar el número si quieres.

Y aquí empezó la dicha odisea.

Por otra parte, seguía quedando con Raquel, aquella chica amiga del traidor del grupo. Como bien os dije, era una chica increíble y cuando digo increíble quiero decir que no se asustaba cuando le contaba anécdotas sobre el maquillaje empleado en la película "Alien". No echaba a correr cuando me daba por decir que tenía un Charizard al nivel 57, y tampoco me puso una mirada extraña cuando le propuse tener una cita en el Museo de Cera. Podría decir que incluso se mostraba ilusionada.
Era curioso, había topado con una chica con mis mismos gustos. Y con esto quiero decir que era una puta friki al igual que servidor.
De hecho, aquella noche en la que ambos imitamos a un velocirraptor le propuse matrimonio. Y chicos así fue finalmente cómo conoc...
Hasta septiembre de ese año no me toparía con una persona que de verdad imitase a uno de éstos. Ya llegaremos.






-¿Qué tal las cosas con Raquel?-preguntó Jorge mientras tecleaba su celular. Por esos días ya se hablaba con Sara, aquella chica de la que en un momento posterior se enamoraría.
-Bien, la verdad que, joder, curiosamente bien. ¿Sabes cuánto hacía que no quedaba más de tres días seguidos con una mujer? Macho, si creo que la última que salí a tantos sitios con una mujer fue con mi abuela cuando me obligaba a ir de compras.
-Me alegro-Y continuó con la mirada puesta en la pantalla y soltando una sonrisa pícara de vez en cuando.
-¿Y tú?
-¿Yo qué?-Alzó la mirada y frunció el ceño.
-¿Tú qué tal con la chica esa? ¿Va a ser otra de tus víctimas? FuckerJorgemon ataca de nuevo. Madres guarden a sus hijas. Hijas guarden a sus madres.
-Mira que eres tonto.

Aquella palabras me rebotaron, sonaron de verdad con cierta tonalidad de indignación. Jorge se estaba pillando, Jorge estaba digievolucionando a un ser perfecto. Un cuñado votante de Ciudadanos casado con la mujer de su vida es la definición. Nacía JorgeCasadomon.

-¿Y al final qué vas a hacer con la universidad?-preguntó de nuevo, luego volvió a bajar la mirada para seguir escribiendo.
-No lo sé, tío. De verdad que no lo sé. Por cierto, dentro de nada nos vamos de viaje. Seguro que será legendario.


Aquel verano de 2014 fue bastante curioso para mí. No por el hecho de que no me tuve que presentar a septiembre, sino por el hecho de que pude llevar a cabo mi regla de las citas.

Creo que esta escrito en la Biblia o tal vez en el Corán... No sé si hacer chistes de esta índole es recomendable tal y como están las cosas. Me refiero al terrorismo (Torres Gemelas, el ISIS, y los grupos como Vetusta Morla.) Bueno, da igual... Lo que quiero decir es que existe una regla que se debe cumplir siempre que tengas una cita y no sea una persona loca de esas que existen en Tinder, Badoo o la página de contactos que te recomienda YouPorn. Sí, haced como si no la conocierais.

Primera regla: La primera vez que quedas con una persona, tienes que hacerlo en un sitio íntimo, cercano, una tenue luz y una música agradable, ligera. Vamos, que no quedes en un puto Burguer. Es decir, la primera cita tiene que ser en un lugar muy pintoresco y mierdas de esas. Ahí debes mostrarle a tu pareja, a tu víctima o a tu señorita de compañía tus encantos, tu oratoria (Salvo que seas Jorge Florez) y siempre poner una mirada de Mario Casas. Sí, es importante mirar como mira Mario Casas. Cabeza al suelo y ojos mirando arriba como un pobre cachorrillo a punto de morir en la carretera. Funciona, juro que funciona. Mirad a Mario Casas. Un tío sin puta idea de actuar que está en todos lados. La mirada funciona.
Otra regla a llevar a cabo es que la cita no puede durar más de tres horas. Para nada. Mal si dura mucho. Es sencillo de explicar: Debes crear un deseo de que la otra persona vuelva a quedar, que se quede con esa pequeña sensación de "Oh, joder... necesito volver a quedar otra vez"

Una vez pasada esta cita, si la persona te habla y te pide de quedar, enhorabuena o le has gustado o se ha percatado de que fue quien pagó la cuenta la primera cita. En el caso de una segunda, se debe ir a un sitio original, molón. Yo fui al Museo de Cera de Madrid. ¿Qué mejor lugar que un sitio donde se dé una patada en el culo al Arte? Y funcionó. Nos reímos como el público de La Ruleta de la suerte pero sin llegar al nivel patético de destrozar canciones famosas.

Si hay segunda cita, habrá tercera cita. Aunque no siempre, lo mío con Daniela un año después sirve de ejemplo, pero me estoy yendo de nuevo hacia adelante.
La tercera cita ya tiene que ser especial, y así fue. Fuimos a Dubliners después de ir a ver "Alien".
Las cosas iban de puta madre. Además, ese verano era más que especial, me iba de vacaciones con mis mejores amigos a Gandía. El bar iba de lujo por aquella época, tenía trabajando a mi primo, el drogadicto de Jose, y con una nueva incorporación, Jorge Florez.

Dos días antes de poner rumbo, contacté con la universidad que me dijo Irene. Estuve todo el verano buscando una pública que me cogiese, pero no fue el caso. Me tuve que decantar por una privada para mi desgracia. Llamé y una mujer me cogió el teléfono.
-Centro Cardenal Cisneros-habló con voz mecánica.

Chicos, iba a ser psicólogo.
No me gusta hablar de dinero y mucho menos del timo que es aquella universidad dado que tal vez el director puede que me esté leyendo y me expulse. Pero me cago en la puta. Son 5.800 euros más lo que tienes que pagar a la UCM. Joder, por esa suma de dinero creía que iba a ir a un campus de la hostia con Oxford o Brown. Pero já, que iluso que era. Que puto iluso que era...






Quedaba un día para la partida. íbamos los cinco de siempre acompañados de Amanda, Andrea y el novio de ésta, Pulido. Una semana de fiesta y fotos que provocan vergüenza ajena de Álvaro para Instagram. Metí unas cuantas camisas, tiré unos pantalones cortos a la basura dado que ese año engordé como un jodido cabrón, olí unos calcetines de hace dos día y como emitían un hedor que echaba para atrás, les di la vuelta y para la maleta. Eso lo hemos hecho todos.
No faltaba nada pata irme. Saqué a Thor como cualquier otro día normal, dejé la plasta de mierda en la acera, hablé con Raquel de volver a quedar tras mi vuelta, y recibí una llamada de aquella misma mujer de voz mecánica.

-Buenos días ¿Hablo con Jose Carlos Serrano?
-Sí, soy yo.
-Buenos días le informo de que ha ocurrido un problema en su solicitud.

A aquel problema se le sumó otro. Me llamó mi primo y me dijo que dejaba el bar por ciertos problemas ajenos, dejándome con el culo al aire sin saber a quién dejar el negocio. Pero lo que de verdad me hizo pedir una consulta de emergencia a Irene  fue cuando, con ira y rabia, abrí un cajón que hacía años que ni siquiera miraba y encontré una pulsera negra que pertenecía a alguien de mi pasado. Y todos los problemas se volcaron a lo que únicamente pude decir: "Que gran capítulo me va a salir de esto".

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